Nutrición hospitalaria : organo oficial de la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral
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Objetivos: dar a conocer las recomendaciones relacionadas con la Nutrición Humana y Dietética (NHyD) de la Guía de Práctica Clínica para el manejo de la enfermedad de Parkinson del Sistema Nacional de Salud (GPC-EP/SNS) y favorecer su difusión e implementación en la práctica. El objetivo secundario es presentar la implicación de los profesionales de la NHyD en la elaboración de la guía. Material y métodos: siguiendo el Manual Metodológico de Elaboración de Guías de Práctica Clínica en el Sistema Nacional de Salud, se formularon las preguntas clínicas, se realizó una búsqueda sistemática para cada pregunta en bases de datos (PubMed/Medline, Embase, Cochrane Library, CRD, LILACS, IBECS y ClinicalTrials), se definieron los criterios de elegibilidad, al menos dos investigadores seleccionaron los estudios, se realizó lectura crítica de la literatura se resumió en tablas de síntesis de evidencia y se establecieron las recomendaciones. Resultados: se propusieron 14 preguntas relacionadas directamente con NHyD-Parkinson, de las cuales solamente 3 pudieron incluirse. ⋯ De las evidencias halladas, se derivaron 11 recomendaciones directa o indirectamente relacionados con la NHyD. Conclusiones: la implicación de profesionales sanitarios en equipos multidisciplinares mejora el resultado final de las guías y la atención sanitaria de los pacientes. Es necesario que los profesionales sanitarios de la NHyD (los/las dietistas-nutricionistas) se impliquen en iniciativas basadas en la mejor evidencia científica disponible y que formen parte de los equipos de trabajo multidisciplinares.
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Introducción: el bajo peso al nacer (BPN) es un factor de riesgo para desarrollar obesidad en la vida adulta. Objetivo: evaluar diferencias en la composición corporal de niños de entre 8 y 10 años de edad con y sin antecedente de BPN. Métodos: fue un estudio observacional, transversal comparativo. ⋯ En contra de lo esperado, al estratificar según porcentaje de grasa y peso al nacer, se encontró que el grupo con BPN presentó un porcentaje de grasa bajo (p < 0,05) en comparación con el grupo de APN, siendo 6 veces mayor la posibilidad de que un niño con BPN presente porcentaje de grasa total bajo a esta edad. Conclusiones: a estas edades no se encontró mayor porcentaje de grasa en el grupo con BPN en comparación con el de APN; sin embargo, las niñas con BPN presentaron mayor deposición de grasa troncal que las de APN. La deposición de grasa es un indicador que hay que considerar, y no únicamente el índice de masa corporal, en la evaluación nutricia infantil.
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Introducción: la categorización del estado nutricional a través del índice de masa corporal (IMC) es uno de los recursos de valoración clínica más utilizados en el síndrome metabólico (SM). Sin embargo, es desconocida su capacidad para identificar las diferencias en la composición corporal. Objetivo: determinar si las variaciones en el estado nutricional se reflejan en la composición corporal en mujeres con SM e identificar la concordancia de clasificación del riesgo cardiometabólico entre el estado nutricional e índices antropométricos. ⋯ La mejor concordancia clasificatoria del riesgo cardiometabólico se observó en el PC > 88 cm (94,9%) e ICE ≥ 0,5 (94,1%) al categorizar el IMC en normopeso vs. exceso de peso; mientras que el PC > 88 cm obtuvo mejor concordancia separando al grupo en normopeso-sobrepesovs. obesidad (85,3%), aunque la sensibilidad y especificidad fueron más homogéneas con el ICC ≥ 0,85. Conclusión: el IMC no logra identificar las variaciones de la adiposidad corporal en mujeres con SM agrupadas según su estado nutricional. El IMC presenta mejor sensibilidad que especificidad respecto a los índices considerados para determinar riesgo cardiometabólico en mujeres con SM.
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Cada vez es mayor el número de ancianos con diagnóstico de cáncer que acuden a las consultas de Oncología Médica. El proceso del envejecimiento y la gran variabilidad existente en la población geriátrica implican que, para hacer un abordaje adecuado del paciente, se deba considerar la edad fisiológica del anciano, y no su edad biológica. Para ello, es preciso hacer una evaluación somera, específica e individualizada a cada uno de los ancianos con diagnóstico de cáncer que acudan a nuestra consulta. ⋯ Se han publicado distintos modelos de VGI en la Oncogeriatría y se han desarrollado distintas herramientas de cribado de fragilidad; los más conocidos son el cuestionario Vulnerable Elders Survey-13 (VES-13) y el cuestionario G-8. En este artículo se hace una revisión acerca de la evidencia científica existente en cuanto a la atención y valoración del anciano oncológico, así como los distintos parámetros de los que se disponen para la toma de decisiones definitiva. Dichos datos reflejan el papel de la Oncogeriatría como la vía para ofrecer una atención global óptima a este grupo poblacional.